Soy asesor de ventas de viviendas, una profesión de moda en la zona donde vivo. Este trabajo no es nada nuevo para mí y es incluso muy aburrido. La mayoría de las veces sólo voy a casa de los clientes para asesorarles y presentarles los productos y luego recibo negativas absolutas de compra. Hasta que un día conocí a Sumire, una clienta que me hizo descubrir cosas nuevas en mi trabajo pero también un rincón oscuro que poca gente conoce. Tan pronto como entré a su casa, lo que me llamó la atención fue un camisón tan corto y delgado que podía ver su suave piel blanca a través de la tela. Me hizo perder la concentración y solo pude murmurar unas pocas frases introductorias pero fueron suficientes para que ella supiera lo que estaba diciendo. Inesperadamente, a Sumire se le ocurrió una idea muy loca: yo podía ayudarla a satisfacer sus necesidades fisiológicas y luego aceptar comprar el producto que le presenté. Este es realmente un día de suerte para mí.
